lunes, 21 de diciembre de 2020

Paroxismos heroinicos

 



Y no, no es un error de ortografía, el título de este texto. Durante ocho o diez confusos años estuve consumiendo heroina. La vida de un junkie es miserable, alternada con lapsos de felicidad química, los cuales, en realidad, se olvidan muy rápido.

Cómo el la canción de Andres Calamaro, "que rico estaba el veneno que bien estaba yo! Y mis amigos envenenados parecían inspirados, la verdad... Siempre esperando al man (dealer), y luego a sentirse Superman..."
Los más sensibles se imaginarán que uno no se droga porque está feliz. Todo lo contrario. Y a propósito, los ladrones acá no fuman bazuco, sino consumen benzodiazepinas como rivotril o clozapina, un antipsicotico. Pero nada tan popular como el "rivo". Te deja desvergonzado, muy tranquilo, alternando con ataques de ira similares a los epilépticos, ya que este medicamento regula la electricidad cerebral. Pero cuando está se normaliza, viene la ira. Ira suicida homicida. Sobra decir que hay amigos y conocidos bajo tierra, mis compañeros de desgracia, no se si amigos. Era como amistad de guerra. Todos libramos una verdadera guerra invisible e incomprendida, vista desde la torre de los "normales" más afortunados, con cerebros normales y familias unidas y amorosas.
Para mi, todo comenzó a los seis años. Recuerdo haberme sentado en la cama de mi habitación, en Ekaterinburgo, la calle Botánica número 23, apartamento 3.
Doblada por el dolor que no sabía de dónde provenía, me desplome diciendo "siento que no quiero vivir más".
Se pueden imaginar el susto de mis padres... Mi mamá me sostuvo en sus brazos diciendo que en pocas palabras mi vida es un don, y que no debo permitirme pensar acabar con ella.
Sentía muchísima angustia, quería gritar, y a las vez no, sentí un verdadero apagón.
Pero en los brazos de mi madre me recuperé relativamente rápido de aquella crisis. Me distraje con mis nuevos zapatos, y ya no recuerdo que.
Luego, los síntomas de depresión mayor comenzaron a lijarme poco a poco, agravados por el estrés de tener que cumplir con el programa de piano de la escuela musical, pocas horas al aire libre, en total, como tres meses al año, malos hábitos de alimentación y sueño, entre otras cosas, como la carga genética y la soledad.
No aguantaba nada, ningún estrés, ni nada me brindaba alegría. Pero tenía el arte conmigo,  me acompañaba en mi un poco solitaria infancia.
En algún momento pensé que necesitaba algo externo, y comencé a probar drogas.
Mi corazonada fue correcta, y  después del primer porro pensé que no es una solución. Claro, necesitaba Prozac, o similares, pero era menor de edad y no me querían llevar al psiquiatra, guiados por la misma corazonada.
Pero en fin, que demonios, luego llegó el psiloscibe cubensis, el hongo de la plasta de vaca. Tarde me di cuenta que este potente alucinógeno activaba las enfermedades mentales latentes.
Tuve muchas oportunidades de parar pero ya tomé una mala decisión - resolver mis problemas con drogas.
Mis padres, por muchos años, tomaron la actitud de negación. Más razones para aislarme... Más razones para no hallarle sentido a nada, más agotado mi sistema nervioso central.
Cuando a los diecinueve años probé la heroina casi me mato. Negro, negro y más negro, oscuridad total, interrumpida por vómitos explosivos. Pero una vez ajuste la dosis me sentí Super man, como en la canción. Eso es para mí, con esa basura puedo funcionar y sentirme como yo, pensaba.
Los años siguientes fueron muy confusos. Pesadilla revuelta con paz profunda, altercados con la policía, varias prácticas de resucitacion cardiopulmonar (RCP), un funeral, desprecio, náuseas, sudor espeso y apestoso, centros de rehabilitación y manicomios, actitud punitiva de todo el mundo... De verdad eramos tan tontos?? Nos volvimos imbéciles?
Luego supe que corrimos con suerte. Muchos adictos empiezan por pastillas opioides como oxicodona, hidrocodona, tramadol, en ocasiones metadona. Luego por cuestiones de economía y tolerancia hepática pasan a la heroina y terminan peor.
Comencé a tratarme con lo que aprendí en rehabilitación - catapresam, oxicodona, tramadol, clonazepam, diazepam, etc.
Luego, un buen doctor me recetó fluoxetina ética. Al mismo tiempo mi papá se espabilo conmigo y comenzamos a recuperar tiempo perdido. Pude graduarme de pianista, habiendo tenido pánico escénico, y una semana después de recibir mi diploma me sentí embarazada. Antes ya había perdido dos posibles hijos o hijas, sabía como se siente. Y ahí, mi bebé me bendijo una vez y para siempre.
Poco a poco, con altibajos, por primera vez en la vida fui para arriba.
Regularice un tratamiento profesional, deje atrás el desempleo y empecé a estudiar maestría en educación.
Sin embargo, cuando tengo recaídas, a pesar del tratamiento, pierdo materias y gano llamadas de atención en todos los trabajos.
Es un poco triste depender de fármacos varios para funcionar normalmente... O más o menos normalmente, pero al menos espero darle a mi pequeño hijo las herramientas para vencer esos feos estados de ánimo, darle amor, compañía, comprensión, todo lo que me quitó el régimen ruso, manteniendo a mis padres fuera de casa, trabajando como mulas, por un país hecho basurero. Ahora, aunque se arrepientan, se consuelan con el nietecito, y cuidan a mi hermano  mayor con síndrome de Asperger sin diagnosticar.
Los problemas no tienen origen ni solución rápida, ni es pareja su evolución, va en forma de un electrograma, o algo así.
Generación tras generación se resuelven, o se agravan. Críen bien a sus hijos, es lo único que puedo aconsejar. Ellos mismos les ayudarán a hacerlo bien. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario