lunes, 10 de junio de 2019



EL ORIGEN DEL HUMANO

Parte III

Mientras en el oriente valoraban su sabiduría, filosofía y tradición, resistiéndose implacablemente al olvido, al otro lado del planeta se creaba una suerte  de pozo séptico, al principio sutil y agradable, pero decidido a legitimarse. Encontró su máxima expresión en las herencias paganas del catolicismo occidental, con el placer fatuo, doctrina del paraíso (concepto de lo mas desequilibrado en donde no existía el mal) y apariencias por verdades. La cereza del pastel la coloco el papa Urbano, no sé bien si era Urbano IV, pero él tuvo la brillante idea de hacinar y concentrar a la gente en urbes, que bautizo en su honor. Ya no era la gente con su tierra y clan familiar, ya estábamos todos en un mismo costal. Las ventajas solo las tenía el gobernante, mientras sus gobernados padecían odio social y enfermedades por contaminar los ríos. Ahí fue cuando dejamos de ver el horizonte, y así fue que el alma nuestra comenzó a quedarse en el olvido. Los conceptos más sutiles y básicos, como la sinceridad, bondad, y lo más importante, la humildad ante el mundo, la vida y su magnificencia antes comprendidas, comenzaron a osificarse. Como si nuestra imaginación y capacidad de amar y mejorar de repente padeciera del trastorno FOP (trastorno que consiste en reparar cualquier herida con tejido óseo, sin importar en que tejido se produce la herida).
La existencia material se afianzaba, al tiempo que las angustias espirituales eran cada vez mas horrorosas e inexplicables para el humano medieval, y renacentista.

Llegando al punto del racionalismo, y su directa consecuencia – el romanticismo, nos fuimos del extremo de negar las emociones humanas mas naturales al paroxismo explosivo de los sentimientos y pasiones acumuladas durante varias generaciones.

“El humano, creyéndose el más bajo de los ángeles, en vez del más alto de los animales” – señalo Thomas Hobbes en su Leviatán.
Expandimos nuestro poder desentendiéndonos de la responsabilidad inherente a él, dando origen a un siglo de continuo desastre…. Un siglo o más, ya que yo también, humana y madre, soy víctima del olvido.

Pero basta de pesimismo, olvidémonos más bien de la gente que vive a costa del, y utilicemos nuestro poder creador – el que agranda y magnifica todo aquello a lo que le prestamos atención. Ya entienden hacia donde voy? Al igual que el boson de Hicks, que solo “está ahí” cuando lo vemos, en cuanto le enviamos de nuestra energía – creamos materia.

Esto es tan fascinante y abrumador como natural y hermosos. El amor es vida y el miedo es muerte, y arriesgándome a sonar en exceso romántica – el dolor es vital y necesario. No hay que huir de él, ni tampoco buscarlo, creyendo que es la justa penitencia que merecemos, ya que todo en la vida debe tener equilibrio; es como desplazarse por el borde del andén, o un separador de una doble calzada, en donde caerse hacia cualquier lado es igual de peligroso. Las faltas o carencias casi necesariamente nos llevan a excesos, hasta el punto en donde nuestra mesura y conciencia nos devuelven el equilibrio, el cual es luchado a cada instante de nuestras vidas.

Luego de mucho mal, frio, dolor o incomodidad, se valoran mucho más el bien, el calor, la comodidad y el alivio. Ahí se encuentra la felicidad de Buda, Confucio, y otros filósofos muy mencionados hoy día, quienes llegaron hace miles de años a las mismas conclusiones – la felicidad esta en el sentido del equilibrio (Confucio), y “la infelicidad se siente por los apegos desmedidos y la búsqueda de la ilusión de control”  Siddhartha Gautama (Buda). Este último, como lo sabrán algunos, fue príncipe de cuna dorada, que se volvió asceta.
El olvido, nocivo en  extremo para el humano, no nos permite seguir en el separador, sino que nos lleva a rodar dando tumbos, igual que los barriles de Donkey Kong, sin retener nada, con tal de mantenerse entretenido y distraído.

Propongo la cura del “Mundo feliz” de Aldous Huxley, en el que estamos aun sumergidos, buscando, con honestidad brutal hacia nosotros mismos, en que fallamos, que no sentimos, y que negamos con terquedad por alguna razón, la cual es en realidad de poca importancia.
Los invito a dar un primer paso hacia el amor y la valentía de vivir la experiencia, y abandonar para siempre la posición cobardemente dependiente de lo que el otro hace, y aceptar el hecho que nada pasa sin una razón, sin un “para que”, y esta razón siempre, sin excepción, es la de hacer de nosotros mejores personas, no por fastidiarnos para la diversión del anciano barbado que juega los dados en el cielo.
Los invito a ser libres, a no lamentar nada, salvo si es para mejorar. La libertad supone valentía para quien osa conquistarla, y la victoria más importante, es la victoria sobre nosotros mismos. Así que no existe nadie que no la merezca.

Los invito a concentrar los bosones de Hicks en el poder humano de la creación de lo bueno, lo optimista, lo luminoso y lo correcto.
Así que, estimados lectores, les aconsejo que coman bien, duerman bien, y jamás, jamás dejen de agradecer todo lo bueno y lo malo en su vida, y no olviden que todo esto llamado ocurrencias de la vida nos encamina hacia una mejor versión de nosotros mismos, los humanos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario